Conoce a Quentin Monge, el artista detrás del mural de Casa MOKE y el proceso creativo que hay detrás.
Hola Quentin, ¿podrías presentarte primero?
Hola, me llamo Quentin Monge, tengo 33 años, soy del sur de Francia, ilustrador y creador de imágenes. Después de estudiar comunicación visual en Aix en Provence, tuve la suerte de empezar mi carrera trabajando como director artístico independiente en Australia, Londres y luego París.
Aunque pronto me di cuenta de que no era exactamente el tipo de carrera que buscaba, por la falta de expresión personal. Convertirme en artista me abrió a una amplia gama de técnicas y a una exploración sin fin.
¿Qué le llevó a la pintura y cómo aprendió?
Siempre me gustó dibujar de niño y, de adolescente, nunca dejé de hacerlo.
Por suerte, la pintura se me presentó de forma natural como medio de expresión, aunque sigo aprendiendo cada día a perfeccionar mi práctica y diversificar mi enfoque.
¿Cuál era la idea que había detrás de la ilustración que hizo para Casa MOKE?
La idea era habitar este lugar y vestirlo con una ilustración que podría haber pertenecido siempre a la Casa. Como un pequeño legado familiar, dejado por un artista pasajero que sigue atravesando los años en una pared que resiste el paso del tiempo. La calidez del Sur y su fauna, la elegancia de las curvas femeninas, el pueblo y su campanario, tantas cosas que conforman la belleza y el atractivo de Saint-Tropez.
¿Cuál fue el proceso de la ilustración y cuánto tiempo le llevó?
Trabajar sobre un material mineral en bruto (las paredes interiores de la Casa) como la cal formaba parte del proceso para ayudar a que la gente sintiera el espacio auténtico, que queríamos replicar dentro de la ilustración. Resaltar las texturas del yeso y mantener una forma de trabajar muy manual e instintiva, como salirse del encuadre y exceder ligeramente la composición en las paredes y los techos. Tardé una semana desde los primeros bocetos hasta el resultado final.
¿Tiene referencias o inspiraciones clave?
Me inspiro mucho en el sur de Francia, donde vivo. Desde la intensidad del azul en invierno hasta el aspecto amarillento de la vegetación en verano y la pátina de las fachadas antiguas.
Elijo bajar el ritmo y observar y nutrir todo lo que me rodea.
¿Qué espera comunicar con sus cuadros?
Mis composiciones tienen un estilo relativamente minimalista, aunque a menudo el detalle está simplemente en una sombra o una postura. En un mundo en el que la velocidad suele ser el centro de atención, me gusta la idea de ir más despacio.
Mirar un cuadro es detenerse, ralentizarse por un momento, aceptar la inmovilidad y observar. Es esta invitación la que intento proponer en mis cuadros.